Decía "Don Roberto", amigo entrañable de Guillermo Hudson:

"He realizado muchas peregrinaciones en mi vida, a Roma, a Santiago de Compostela, a lugares famosos en todo el mundo. Jamás en ninguno de estos lugares he estado más emocionado que ahora en este humilde rancho (sic) con su techo de madera y su piso de ladrillo, sus puertas primitivas y su aire de huranía hacia todo lo moderno – gracias a Dios -"

Esta es la sensación que indefectiblemente se vivencia al ingresar en el Parque Museo "Guillermo Enrique Hudson", reserva natural que conserva el rancho donde vivió la familia Hudson, y que fue inspiración para la vasta literatura del autor.

Este blog, dedicado enteramente al autor, permite un acercamiento tanto a su literatura como a su persona.

jueves, 18 de diciembre de 2008

Relato de Viaje de Fátima Romero Ayala

Siendo las 10:30 hs. del 19 de noviembre, nos hemos encontrado en la estación de la localidad de Bernal, para iniciar nuestro viaje rumbo al Museo Hudson de la actual ciudad de Florencio Varela Florencia, Cynthia, Carina, la profesora Adriana, y yo. Allá nos esperaría Juana.

12:00 hs. Habiendo salido de la estación de Bernal, descubrimos que no habíamos tomado el tren correcto. Y ¡nos perdimos! en la inmensidad pampeana. Fue entonces que Villa Elisa más que extensa fue eterna.

A las 14:19 hs. ¡Llegamos! Y Juana nos estuvo aguardando desde las 12:00 hs.
















La imagen de su amada casa, se transformó en el centro de la búsqueda de nuestros ojos. Aunque ésta no sea aquella, porque hoy es un museo que lo consagra.

Desde sus recuerdos nos cuenta "la casa en que yo nací en las pampas sudamericanas, era muy apropiadamente llamada "Los veincinco ombúes", porque había allí justamente veinticinco de estos árboles indígenas de gigantezco tamaño." (pp 4)* "Nuestra casa, de construcción larga y baja hecha de ladrillo y muy antigua, tenía la reputación de estar encantada" (pp 6)*















Ya en la casa nos estaban esperando. El director Rubén Rabera nos dió a todas la bienvenida y nos presentó a Pamela Salinas.

Terminada las formalidades, recorrí con la mirada los árboles, en busca del ombú, que siempre llevó en su memoria y del cual comenta que "es un árbol singular, ya que, siendo el único representante de la vegetación natural del suelo en aquellas niveladas planicies, y existiendo muchas extrañas supersticiones relacionadas con él, equivale a un romance en sí mismo." (pp 4)*















Me impactaron sus ramas, su exuberancia manifiesta. Sobre todo porque la tarde estaba en pleno y porque él había relatado que "a mediodía, en el verano, el ganado vacuno y las ovejas, de las cuales teniamos gran número, acostumbraban descansar aprovechando su sombra" "También a los niños (...) nos procuraba la más espléndida casa de juegos" (pp 5)* Y en los cantos de los pájaros hasta parecía estar jugando todavía entre sus copas.














¡Qué hermosa complacencia! también pude ver a ese famoso árbol sobre el que escribiera "además de los famosos veinticinco ombúes, creció allí otro árbol de diferente especie (...) conocido por el vecindario con la denominación de 'El Árbol' ".














A las 14: 35 hs. nuestra guía, Pamela Salinas, nos puso a tono con algunos detalles, antes de iniciar el recorrido por el interior de la casa.














Inmediatamente después iniciamos el recorrido por dentro, hoy museo. Un lugar lleno de retratos que además alberga una espléndida reliquia que muestra parte del techo original de la casa.














El museo guarda muchos tesoros de este tipo. Los cuales hemos observado con detenimiento. Luego, Pamela nos condujo hacia el arroyo Las Conchitas.

A las 15:48 hs. emprendimos la búsqueda del arroyo; situada detrás de la casa (pp 6)*














Mientras caminábamos hacia el arroyo la naturaleza se abría en el horizonte. Lleno de espacio verde y cielo, tanto que todavía sobrecoge la inmensidad pampeana.















De pronto llegamos a un hilo de agua. Pues, del profundo arroyo recordado por Hudson, sólo queda este hilo fresco que apenas marca el sitio para recordarnos aquella otrora exuberante existencia. La sequía casi no deja nada.














16:08 hs. Casi sin darnos cuenta, habíamos culminado el recorrido por el terruño de Hudson. Pero, como una costumbre obligada nos tomamos un descanso antes de volver al Museo.
















Fue grato estar en un lugar tan lleno de recuerdos. Allí, Pamela nos comentó que el arroyo visitado fue un obstáculo para la invación inglesa de 1806. Nuevamente iniciamos un recorrido por sus memorias, y ésta continuó en una charla amena con el director Rubén Ravera, mientras el sol invitaba a retirarnos.

El viaje de regreso, en contraste con el de ida, fue ameno y amable.


*Guillermo Hudson, "Allá Lejos y Hace Tiempo". Edición conmemorativa del Parque Hudson. Buenos Aires Books. 2008. Argentina.

1 comentario:

  1. la selecciòn de fotos capta muy bien la atmósfera y la energía del lugar. especialmente la arboleda

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