¡La Patagonia estaba allí, por fin! ¡Cuán a menudo la había visto en mi imaginación! ¡Cuántas veces había deseado ardientemente visitar ese desierto solitario, no hollado por el hombre, para descansar en la lejanía de su paz primitiva y desolada, apartado de la civilización! ¡Allí estaba, completamente abierto ante mis ojos, el desierto intacto que despierta tan extraños sentimientos en nosotros; la antigua morada de los gigantes, cuyas pisadas impresas en la playa asombraron a Magallanes y a su gente, y le valieron el nombre de Patagonia!”
Guillermo Hudson, “Días de Ocio en la Patagonia”.
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